Los días
transcurren. Y cada cual atendiendo su juego. Como en la niñez con el “Antón
Pirulero”
♫Antón, Antón, Antón
Pirulero, Cada
cual, cada cual que
atienda su juego, Y el que
no y el que no,
una una prenda tendrá. Hacen así, hacen así los …
una una prenda tendrá. Hacen así, hacen así los …
Y alguien se distrajo. Creyó
que la única manera de protegerse era la de presentar su investigación. Hacerla
pública. Hacerla conocer en el Congreso. Dar adelantos a la prensa. Empleó toda
su astucia, capacidad y sapiencia. Mas no fue suficiente…
Eran del mismo bando sus seres
cercanos como sus allegados, la madre de sus hijas, sus colaboradores.
Tarde muy tarde.
Ya tenía dentro de su departamento
su propio Caballo de Troya.
Duro precio pagar con la propia
vida. No le alcanzó con vivirla plenamente. Ambiente de espejos y espejismos. De
amigos y traidores -amidores o traigores- todo enrevesado al mismo tiempo y una
vez más por las dudas. De espías y espiados. De intereses e interesados. Por
cierto ninguno filósofo, solo lo menciono al pasar.
Y al partir dejó ver la
mezquindad de la política y de los intereses personales.
El tiempo permite que decante
la neblina propia del misterio y del humo provocado.
A lo hecho pecho y el pasado
pisado. Como su sangre pisada por quien
investiga el hecho.
♫♪ A quién le puede importar el novelón del mal ajeno♫ ♪
En verdad. A quién le importa o
le puede importar solo que no fue un mal ajeno. Fue y es un mal a nuestra
sociedad cercana, diaria, íntima y propia.
Destruyeron lenta muy lentamente
la legitimidad de la Nación Argentina. Con un disparo destruyeron la unión nacional,
desafianzaron la justicia, conmocionaron la paz interior.
No es poco.
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